Como ya les comenté en otro post,
partiendo de los logros alcanzados por el Banco Grameen, se buscó desarrollar
metodologías crediticias que compensaran la debilidad de la situación económica
de las personas más pobres a través del “peer lending” (préstamo de personas en
su misma situación) y del “peer pressure” (presión de grupo).
Los bancos comunales es la
metodología más importante que recoge estos dos mecanismos, y genera beneficios
más allá de únicamente el plano económico al empoderar y capacitar a sus miembros.
Sin embargo, lograr capacitar grupos humanos para que desarrollen el peer
lending es bastante costoso, toma tiempo y se asume un gran riesgo, por lo que
la utilización de esta metodología está por lo general asociada a ONG’s.
Siendo esto así, se buscó
implementar otra metodología que permita acceder a los sectores marginados de
la sociedad al crédito sin que sea necesario incurrir en altos costos para que
pueda ser masificado.
Los principales retos que la
nueva metodología debía superar para esto son consecuencia de la informalidad
en economías de subsistencia: la falta de reconocimiento del derecho de
propiedad, piedra angular de la banca tradicional como forma de garantía; y la
falta de información fidedigna de los ingresos de los potenciales clientes.
A esto, hay que sumarle que el costo que
asumen las entidades crediticias para llegar a estos clientes y del tiempo que
ocupan sus analistas para evaluarlos, versus el retorno de créditos de entre
S/. 500 y S/. 2,000 en cortos plazos a bajas tasas de interés.
En este contexto, se crearon los
créditos a los grupos solidarios. Al igual que en los bancos comunales, se
busca crear grupos de personas que mantengan algún vínculo (laboral, distrital,
etc.) para que exista la presión entre pares y el apoyo mutuo.
Sin embargo, a diferencia de los
anteriores, en esta metodología los créditos son entregados directamente por la
entidad financiera a cada uno de los integrantes del grupo, el cual es responsable
por su pago, pero que a su vez es fiador solidario de cada uno de los otros
miembros de su grupo.
Esta situación, hace que se reduzcan
los costos relacionados con: la evaluación, la gestión y la recuperación de los
préstamos; ya que al cada miembro ser garante de todos los demás, estos van a
ser los principales interesados en que sólo entren al grupo personas
responsables, con lo que se reduce el costo de análisis.
Asimismo, al ser un grupo humano
unido es más fácil organizar reuniones grupales periódicas para ver cómo van
los pagos, y de ser el caso, realizar actividades de apoyo a las personas que
por motivos coyunturales no vayan a poder cumplir con su siguiente cuota
(polladas, colectas, préstamos, etc.), y en las cuales el tesorero del grupo puede
realizar el cobro de la siguiente cuota de los créditos.
En mi caso en particular, fue el
primer producto que me encargaron desarrollar y en el cual pude desarrollar más
experimentos para tratar de ajustarlo lo más posible a la particular idiosincrasia
peruana.
En los siguientes posts les
cuento algunas aventuras y anécdotas que me pasaron desarrollando y promoviendo
este producto.